jueves, 6 de diciembre de 2007

jueves

RELATO UNO

Noches de luna llena, extrañando su cara ausente, aquella que suelta rezagos en las cosas. Extrañándola sin conocerla. Faltando en el circulo que rodea a la luna, en la aureola que en el cielo se dibuja como una gigante, onda sorprendida que se ha quedado congelada de susto, la estela de algún parpadeo de ese ojo triste, melancólico, cansado, de mirada soñolienta, a veces sensual y juguetona.

Hoy hace luna llena, aquel ojo recoge su lado oscuro sin pestañear, sólo queda el recuerdo de un parpadeo en esa aureola, uno caprichoso y triste que no se va, que no se fuga. Aún veo ese espacio vacío , sintiendo una ausencia.


Una polilla pequeña vuela cerca, en las lindes del aire que respiro. Su aletear es ciego, como si nacieran con un ala rota. Su vuelo es desesperado, como quien busca a toda costa una ventana para escapar de algo terrible, vuelo aterrorizado que la lleva a estrellarse contra las cosas.

Hoy tenía ganas de caminar en la noche, pero las ganas fugan rápido, pasan fugaces como un árbol que crece al lado de la carretera, donde pasan los autobuses que van de un lado a otro, regresando o yendo, a cien kilómetros por hora o 100 “me faltaras” consumados por segundo.

Descansa o se para sigilosa en uno de los bordes de la radio, la voy ha tocar y rechaza mi dedo, siento su cuerpo frágil que aletea un segundo y luego se va volando. La luz que entra por algún lado la descubre, me la ofrece desnuda un instante para que vea su cuerpo traslucido y delgado, sus piernas que sugieren líneas delgadísimas, sus alas enormes que parece sujetar a su cuerpo tenazmente para esconder su desnudez, su……. fum ,se fue volando, dejando sólo una sobra diminuta en mi cabeza.


Cuando desperté a este jueves que no es ya este sino aquel, que se acaba de acabar hace seis minutos, sin que lo notemos ni yo ni mamá que sueña acurrucada bajo sus seis frazadas ;

ni las palomas que duermen en la oscuridad del jardín;

ni tampoco aquellas lechuzas que vuelan por ahí como queriendo sacudirse la mala suerte en cada aleteo;

ni Gabriela en su cama sin poder dormir, recordando algún hombro y algún arrullo;

ni la alunada gata de Vicky que regresa a casa , saltando techos , caminando sobre los delgados muros de las casas, jugando al equilibrista sobre cuerdas flojas;

tal vez el señor Armando lleva un ingeniero a la mina, subiendo en su auto blanco a las montañas, envuelto en la neblina tupida, tan preocupado en no chocarse que no se ha dado cuenta que un jueves suspiró su final,
s i n p e n a ,

n o h a y c u e t e s, n o a b r a z o s , n o c a r i c i a s ,

añorando el consuelo de un aplauso.


Hay veces que cuando bailo me dan ganas de llorar, cuando lloro me dan ganas de bailar, cuando escucho una canción me dan ganas de gritar, cuando grito me dan ganas de gritar un poco más, cuando callo me dan ganas de acordarme de ella, cuando me acuerdo de ella me duele el cuerpo, cuando me duele el cuerpo las ganas se van y voy en busca de un helado, cuando las ganas se van me aburro, cuando me aburro no se que hacer, cuando no se que hacer me da sueño, cuando duermo sueño que me dan ganas de besar a una mujer o que me encuentro con un amigo que dejé de ver en un velorio, cuando despierto me gusta ver la luz que entra al cuarto, que cruza la ventana, que se estrella en la pared, que rebota , ya suave, a la almohada. Despierto, me levanto para lavar medias sucias, calzoncillos y, por encargo de mamá, los platos que se ensuciaron antes de ayer.

Otras veces, cuando lavo platos me preocupo en sus colores, en sus formas, la distinción de material y su relación con la persona a quien le pertenece. Empapo la esponja con agua y la refriego contra el detergente, luego contra un plato rosado, donde quizás comió mi sobrino de 8 años, lo dejo a un costado, algunos tenedores y cucharas, ese tenedor pequeño que tiene un payasito repujado en medio del delgado mango, luego los platos de frío metal donde solemos comer nosotros los hijos de mamá, que come en su plato de porcelana desportillada a causa de algunas caídas. En ese plato, que es el más bonito que hay en casa, hay flores pintadas que se van descascarando poco a poco.


En el techo el véspero se acabó en los cordeles para la ropa, en las medias que cuelgan como sombras, en la fila de calzoncillos. Palpando con los dedos encontré un calzoncillo que secó, descuelgo y desaparece esa presión del gancho. Me baño, deslizando el jabón por los resbalones que son mis brazos, mis piernas, mi pecho, las mejillas. Mi cuerpo todo es un resbalón para el agua que cae de la ducha y se confunde con la baba del jaboncillo, resbala hasta el suelo y luego se pierde en una espiral, un remolino líquido que el agujerito oscuro que lleva al desagüe, va chupando. Me mojo, me humedezco, busco deshacerme de la mugre. En ritual sin sorpresas, en suceso fantástico olvidado, me seco despreocupado con la toalla, me pongo las medias, el polo, el pantalón, el calzoncillo que huele a limpio, deslizo el pequeño peine, me veo al espejo y me voy.
Camino a ver una película. Veo a través de la ventana en la combi aquellas manchas que va dejando atrás el pasar, el rodar de las cuatro llantas, la ciudad nocturna, con sus postes de luz enferma, vaporosa.

Recuerdo una escena en la película donde la protagonista concibe la felicidad l l o r a n d o .

Son cero horas 16 minutos, imagino que alguna noche, tirados sobre una cama, esperando, notaremos eso que queda entre un segundo )))) y otro )))) segundo, y pediremos un deseo cada vez que se acaba un jueves.






dato posterior... en un comienzo el último parrafo no estaba al final , al final se vino.

sábado, 20 de octubre de 2007

la canción del perejil

me encuentro sentado en un banco de madera deshojando un perejil

formando parte de un movimiento,
de una melodía de seres que nos negamos a la soledad por unos segundos

estela, la máscara, me mira de reojo.
recostada boca arriba sobre la mesa de maderos antiguos que hay en la cocina.

una gatita se ha dado cuenta que se lleva bien con mis pies
que están desnudos en chancletas de jebe color ladrillo,
tostándose por el sol que se tira de cabeza desde el cielo ha meterse en nuestra cocina ;
ha jugar contra el tacto frío
de esas patitas que ha ratos me arañan o me acarician ,

eso no lo se.

la confianza que le expresan mis talones y talvez también mis dedos meñiques apiñados y deformes han hecho que hasta me rose suavemente con su mojada nariz infantil.

tan tan tantiuiuiuiui taaan …., la canción del perejil nos mueve,
las nubes la escuchan en su silencioso deshacer ,
uno de mis pies ulula inquieto, de acá pa allá,
tan tiun purun tiuntiun tatata…
la gatita salta con sus dos patas delanteras
tal una niña que ya quiere dejar de gatear.

escucha y siente tal vez la canción como un rumor de olas de un mar que la levanta a intervalos inconstantes.

así danza ,desde los huesos novatos, mi pie izquierdo con la despreocupada alegría de una gata que va perdiendo su expresión dulce
con el pasar de las nubes ,

los segundos ,

las hojas del perejil que se sueltan por el jalón de yemas insensibles
de los dedos
de las manos,

que tocan el instrumento deshaciéndolo.

la canción del perejil no es otra cosa que
el lamento de sus flacos tallos deshojándose.

la máscara me mira de reojo,
se da cuenta que en la canción también se escuchan recuerdos míos,
notas mudas de un paso de neurona,
un grito sordo de un pensamiento inútil y constante

latidos de un corazón que evoca y ensaya emociones y palabras,

tembladeras de hueso erizado.
el rezago de un mal sueño.

el perejil se va acabando y yo añoro la humedad de una nariz humana
que roce y desaparezca esas notas que no dejan escuchar la canción …

el ruido que no deja escuchar lo que sobra de las almas
que no deja escuchar el silencio de las ausencias
el vacío de sus catedrales
el murmullo de sus aguas
el enjugarse una lágrima
o el canto de las nubes…

lunes, 1 de octubre de 2007

la gota

-… a veces el cielo deja caer algunas lágrimas

ella me lo dijo cuando fuimos al cementerio . yo iba agarrada de su mano izquierda, su tacto me daba gusto, la sostenía acariciándola sin que ella se de cuenta.

-mira, este es un ángel

no la deje de mirar desde que me tomó la mano para entrar al cementerio. No entendía lo que decía. igual mire..

- ¿es mujer no?
-no lo se…

Tampoco entendía por que en los cementerios no encuentras globos.

-no lo se, quizás no se han dado cuenta que faltan algunos globos.
-me compras uno?
-ya, cuando salgamos buscamos globos
-le compras uno también a tu ángel.
-no lo se, creo que no se da cuenta de nada

nos quedamos paradas sin abrir la boca, la gente fue desapareciendo y un señor nos vino ha decir que ya iban ha cerrar , que sólo se abría hasta las seis. ella me miró.

-vámonos?
-ya pues

cuando salimos no encontramos globos, compramos dos helados de fresa.

-para hacer juego con el rosado del atardecer- ella le dijo al heladero ; el se sonrió.

a ese heladero del atardecer no lo he vuelto ha encontrar. cuando entré y le anude un globo a la mano del ángel una señora comenzó a reñirme y decir que me estaba burlando de las almas , me dio miedo y tuve que sacarlo y de ahí me fui asustada caminando. cuando llegué a mi casa encontré a mamá llorando.

mi mano soltó suavemente el cordón umbilical del globo que se fue volando hasta las nubes de un cielo llorón

lunes, 24 de septiembre de 2007

me
remojo ,


como caja

en el agua


me
deshago ,



mujer
de
las

frágiles columnas,



hay un

“tiritando”

en la
nada


al

escuchar las
notas
que


sueltan

tus
vacíos

martes, 18 de septiembre de 2007

frío curado desnudado triste
besitos constantes rozando apenas
pétalos tímidos
color estremecido
idilios quebrados

hormigas ausentes

consonantes dejan de sonar
transparentes

nubes ausentes
cielo celeste

viernes, 7 de septiembre de 2007

hoy día me paso algo como eso cuando fui aver la exposición (los cuadros) de enrique urizar



esta es de liniers


h u m e d a d a l i n t e r i o r

lunes, 3 de septiembre de 2007

a v e c e s l o s c h a n c h o s v u e l a n


domingo, 2 de septiembre de 2007

yeso

-Seré una máscara que cubra otra máscara.

Cuando dijo eso note que:
uno, la máscara tenía voz de mujer;
luego, que ya llevaba al menos una máscara.

No sabía cual era su nombre , pero el cine me lo dijo.
Un mes después y un poco más, cuando fui al cine con mis hermanos, la chica que me vendió las entradas me dio el nombre:.

Me lo dio, junto con las entradas y mi tarjeta del cine, impreso en un papelito :


“Felicitaciones Estela Geraldine… ”,
susurraba el papel ,”con este ticket te llevas una entrada con sólo 3 soles”.



Ahora que Estela me lo dijo, cuando me veo al espejo,
escarbo en una de las mejillas, abriendo una grieta,
debajo del color de las mejillas hay yeso,

c a e y e s o más yeso deshecho en mis dedos,

escarbo con la esperanza de encontrar carne ,
p i e l,
hasta sentir las uñas en mi cara.

trato de meter los dedos en la grieta para romper la máscara ,
pero los peros se esparcen como hormigas que carcomen mi nariz.,
y carcomen mis dedos y se meten en mi cabeza,
me duele hasta que ya no aguanto y dejo que la grieta se vuelva ha cerrar.


De niño, una vez, desperté en la madrugada,
en el preludio de las luces ingenuas de un seis desenvuelto en jueves,
y caminaba en la penumbra hasta que llegue al refrigerador y comencé a orinar,
luego me di media vuelta y regresa a mi cama.

¡Sonámbulo¡, es que estaba sonámbulo.

Ahora creo que esas madrugadas de sonámbulo nunca dejaron de ser,
ya que hay algún segundo ,en el que no me doy cuenta,
que cambio de máscara y escondo la anterior.

¡Es que me he dado cuenta que no es sólo una máscara¡

hay una para ir a la universidad;
otra para ir a chupar con los patas del cole;
una para subirme a las combis y otra para bajarme;
una para ir a la biblioteca y otra para caminar en la calle;
hay una para decir gracias y otra para reír;
hay otras que no se para que son.


Estela Geraldine,
la máscara que cuelga de una de las paredes de mi cuarto;
la que nació de entre las tensiones en las manos , la arcilla , el yeso;
la que me entregó en su voz la conciencia de las máscaras;
la que necesito;

me habla y me dice que no me desanime ,
me sopla en la nuca cuando le doy la espalda,

llora la acuarela negra, con la que le pinté los ojos,
cuando sentimos el aire de la desesperanza,
cada vez que no veo mi cara en el espejo,

la que me canta canciones,
la que tiene como partida de nacimiento una entrada de oferta para el cine,
hoy día me dijo.

-No importa , seré una máscara que cubra otra máscara. Llévame al cine por favor.

Nadie se ha dado cuenta, todos creen que soy mujer, que soy Estela,
cuando llegué al cine,
estaba la misma chica que me reveló el nombre y cuando nos vio se sonrió,
como si ella fuera la única que sabe que vamos ha entrar dos con una sola entrada,
y nos dejo pasar.

La película ha emocionado a Estela,
escucho a sus lágrimas, que se le salen hasta por la boca,
susurrar

siento como se me humedecen los ojos y comienzo a llorar con ella,

lloramos solamente

lloramos ,

el yeso se remoja

c

a

e

ella ya no mira la película ,
sino me mira a mi y se deshace en lágrimas

lloro remojado en pena,

lloro hasta que siento el rose de sus labios

,que están blandos,

en la cara …

martes, 28 de agosto de 2007

tu foto

Tu foto ha crecido desde aquella vez que no te veo.
Está inmensa pegada a las paredes de mi cuarto.
Aunque sólo sean tus piernas desnudas sentadas en una silla.
Blanco y negro inunda el espacio en donde duermo y me alimento;
en donde te escribo esta carta
y en donde trato de pintar lo que me falta de tu cuerpo.
Es que cada vez que trazo un boceto ,y hasta veces un cuadro,
trato de hacerlo encajar en tus piernas
y no funciona.

Tus piernas se mueven ,
a veces se paran y se van caminando hasta el borde de la cama
,en la que soñamos juntos ,
sueños distintos, esa vez.
A veces se cruza una sobre la otra y mueve inquieto uno de sus pies.
Otras veces despierto en plena noche intemporal y las veo recostadas en el suelo,
una ligeramente acariciando a la otra.

Cuando he escuchamos música ,
hemos bailado separados,
ellas saltaban de un lado a otro,
sobre los cuadros ,
apoyándose en las paredes,
yo,
saltando sobre la cama,
saltando en todas partes,

me han enseñado a saltar,

saltando alegre.

cuantas veces me humedecieron el miedo,
la desesperación,
cuando desaparecían una de tus piernas en un salto.

Nunca he puesto de cabeza la foto.
Tengo miedo que desaparezcan,
que se caigan.

Cuando duermo en las noches,
es cuando más feliz soy,
el mundo se acomoda a tus piernas,
salimos a pasear y todo está en función del tamaño de tus dos piernas desnudas,
los árboles de la noche hacen crecer sus ramas para que se balanceen en ellas,

me quito los zapatos ,
el pantalón y lo demás y dejo desnudas las mías al lado suyo y balanceamos nuestras almas depositadas en nuestras plantas de los pies,
siento tu tacto frío,
y no existo más haya que no sea debajo de mi sexo.





La tranquilidad que soltabas en mi cuerpo se ha acabado.

han caído y se han quedado tiesas,

desgraciadamente quietas,

La foto está cayéndose a pedacitos que recojo y vuelvo a pegar desesperadamente,
ahora tu foto me brinda una tristeza profunda,
llena la ausencia que el vacío me ha donado,

en su silencio me están enseñando ha desnudarme…




tengo miedo de entregarte una foto…

martes, 21 de agosto de 2007

esto es una imagen perturbada por una dualidad individual


sábado, 18 de agosto de 2007

me he dado de alta

siento algo que duele en el estómago y se expande hasta los pies, se esparce como una mariposa , me gusta ese verso que escuche en una película, creo que es de Pablo Neruda. Mariposas huyendo despavoridas desde el estómago hasta el cansancio de estos parpados que se me cierran. gracias por darte de alta, me dijo.

Perros flacos, casas flacas, arboles flacos, mujeres flacas, nubes flacas, cielo desnutrido y marchitándose rosa rosa rosa rosa…, violeta detenido en un derrame de nubes, muda ,femenina, celeste, celeste como su chompa. Cielo flaco, desesperadamente flaco.

Recuerdo una puerta, que se balancea en su bisagra, oh Ofelia yo no me he dado de alta, se me humedece el cuerpo cuando logro recordar, se me humedece y eso me gusta, oh Ofelia algo sucedió y no me di cuenta , lo deje pasar como el rio, deje que se fuera.

5 helados de fresa, el paladar ya se me ha rajado de frío, rosados como el color de sus mejillas, rajado como la piel en su rostro, parado sin saber nada, sin entender nada, sólo son helados fríos y dulces, como las noches en la sierra, como el viento helado en las vértebras. Ya no grito, trato de estar callado, buscando un detonador de silencios en mis espacios vacíos, con hueco.

aunque no abras la boca la esperanza de tus palabras resuenan en las paredes descoloradas, déjame en paz. .

algo que duele , calla a la otra sangre , la descolorada, desfallece a los intestinos, inunda los pulmones, son cajas abiertas remojadas, el agua no deja de caer. Es que estando en la tina gris se está fría, acurrucada, temblando desnuda. Así quiero estar siempre, darme de alta sola.

Escucha a las palomas, tal ves no sueñen nada, escucha. grrrrrr grrrrrrrrrrrr grrrrrrrrrrrr, en estos segundos quisiera destrozarme en el sonido de una de esas palomas, destrozarme en un encuentro desconsolado con una de las mujeres vacías que se mueven en una sola ausencia. La de que yo sea mujer. Seis lunas que desaparezcan. grrrrrrrrrrr grrrrrrrrrr grrrrrrrrrrrr, tal vez y sientan frío, quizás quieran ahogarse en esta tina de agua helada. grrrrrrr grrrrrrrr grrrr, ya parezco grrrrrr paloma, ojala escuchen grrrrr me salven grrrrr grrr.

Ofelia, he visto un cuadro que se llamaba esperanza , he reconocido tus ojos, he recordado las páginas donde los veía, he hecho líneas en mi alma , sólo líneas, he escuchado las palomas, a sus polluelos llorar, tirado en la cama he dejado de sentir dolor, veo la luz que entra hasta una de las paredes amarillas cansadas de mi despertar.

El ruido del mar, su voz susurrando en una playa fría, solamente un niño asustado, triste, sintiendo una ausencia en su alma, en la culpa, remojado como caja vacía.

-tus juguetes??
- e..l mar…

Te vas ha dar de alta, … te vas.